viernes, 30 de noviembre de 2018

Tu basura, mi tesoro

Llegó al mercado Grophwer siguiendo un rumor poco confiable. El capitán maldijo su suerte; la tienda vendía carroña en descomposición. Algunos clientes la consideraban apetitosos manjares mientras otros la usaban como fertilizante.
Al menos no le habían mentido, el diestro dependiente envolvía los paquetes con su trompa, usando auténticas láminas de celulosa, un material residual proveniente de los rincones más antiguos de la galaxia.
Compró una pieza a precio accesible. Cuando el Epyfung sacó papel para envolverlo, el capitán detectó, dos pliegos debajo, lo que había venido a buscar.
Salió apurado por respirar tirando el asqueroso paquete en un callejón. Volvió corriendo a la tienda, algo preocupado. Un writhow de mirada triste se le adelantó y entró a comprar.
Era un riesgo que el writhow se llevara dos artículos y su preciado tesoro.
Esperó, aguantando el hedor, que el cliente se marchara.
Tras el mostrador, ahí, al tope de la pila, estaba el objeto de su deseo. Eligió un trozo de carroña cualquiera y pidió que se lo envolvieran con mucho cuidado,
—¿Prefiere llevarlo embolsado? —gorjeó el vendedor con tono nasal.
Al capitán se le nublo la vista de solo pensarlo.
—Envuelto bastará —replicó.
Salió directamente a la nave. En la sala principal, desarmó con cuidado el paquete y extendió la lámina sobre la mesa.
—¡Glinko! —exclamó.
Se trataba de un retrato auténtico. Una figura ovalada donde un humano, con todo y su casco voladizo, mostraba los dientes. Debajo, tradujo una enigmática frase: “Cada día canta mejor”.




A la deriva

Cuando logra reponerse del shock inicial comprende que debe idear la forma de salir de su situación. La calma es su aliada. Si pudiera encontrar un medio de enviar un mensaje, alguien acudiría a rescatarlo.
¡Lo que daría por tener un trozo de papel seco por pequeño que fuera!
Sentado sobre la tabla oye el rugir del agua embravecida que, en lugar de calmarlo, lo apremia. ¿Lo echará alguien en falta? Piensa en su madre...
Así pasa un tiempo que se le hace eterno, infinito, demencial.
Y cuando por fin decide terminar con todo de la peor manera, de la breve abertura surge una mano trémula, anónima, salvadora. Con dedos crispados atrapa el proverbial rollo de papel que evita el desastre.
Después se lava las manos, sale del baño y se incorpora disimuladamente a la fiesta.


jueves, 29 de noviembre de 2018

Mi abuelita V



Pasadas las cinco, los chicos ya se amontonaban frente a la entrada del carrusel.  

—Está cerrado —mentí.

—Pero... está andando, señor —reclamó uno de los más grandes—, veo el techo girar.

—Además se oye la música, don —se animó otro, espiando entre las lonas—. Déjenos subir.
—La calesita está rota —dije algo cortante—, la estoy probando, vuelvan más tarde.
Tras la lona, mi abuelita volvía a ser niña por algunos minutos más.


miércoles, 28 de noviembre de 2018

Ant-man

La alarma del celular vibra en mi bolsillo. Apago la cortadora de césped justo antes de arrasar un hormiguero gigante. El hormiguero y el resto del césped pueden esperar. Es hora de ver el épico partido, la gran final. Nada más importante en todo el universo.
 

Mientras enrollo el cable, pienso en las hormigas, ignorantes del poco tiempo que le queda a su mundo, de lo cerca que está la aniquilación y el caos. Puedo imaginarlas haciendo vida normal, sin percatarse de la espada de Damocles pendiendo sobre sus diminutas cabezas. Imagino a una en particular, dejando sus tareas a medias para ver cierto gran partido de algún deporte hormiguil.



lunes, 26 de noviembre de 2018

Cosecha tu siembra

El verano tocaba a su fin en la plantación. Los trabajadores rondaban por la hacienda buscando cualquier ocupación que retrasara el final de su contrato.
El robot capataz comentó al patrón:


—Que suerte fue conseguir cosecheros de cuatro brazos. Trabajan duro, hombres, mujeres y niños por igual y han terminado el trabajo en tiempo récord. Podríamos pagarle el resto del mes y aún quedaría una estupenda ganancia.

—Nada de eso. Han recibido más que suficiente. Dales algunas frutas para el camino y que se larguen antes que llegue el frío.

Y ese pequeño detalle resultó ser un gran error.

Al probar la fruta, se despertó en ellos un instinto primitivo olvidado. Poseídos de una gula incontenible, los insectoides hambrientos se abalanzaron sobre los depósitos frutales.
El hacendado trató en vano de detenerlos. Golpeó a un pequeño que estaba con la mitad del cuerpo metida en un barril de fruta; los demás lo atacaron con sus extremidades aserradas.

En instantes, los pedazos del hacendado regaban el suelo mezclando su sangre verde con el jugo azul de las Fhrizyxukas.

En el asteroide agrícola no quedó nada comestible. Sólo se salvó aquel metálico capataz robot.

El insectoide ahuyentó de su mente ese recuerdo infantil. Aunque pasaran otros cien años, jamás olvidaría el sabor de esas primeras Fhrizyxukas azules.


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domingo, 25 de noviembre de 2018

Entierro



El arboIito ha muerto,
lo llevan a enterrar,
en un pequeño y lúgubre ataúd,
de carne.
 









sábado, 24 de noviembre de 2018

J3$$3 J4M3$

El sistema de alarma anti-hackeo disparó un aviso a la división Pinkerton de delito informático en Kansas City.
Gracias a un elemento interno “Caballo de Troya”, el virus "Dynamite" había reventado el firewall, abriendo un gran hoyo en la seguridad del banco. Con las direcciones i.p. enmascaradas, los delincuentes ejecutaron ciertos comandos, transfiriendo millones de bitcoins a cinco diferentes bolsas que operan ocultas en la Internet profunda.
No hubo manera de seguir su rastro electrónico a través de un desierto de satélites.






viernes, 23 de noviembre de 2018

Despedida

Era imponente, desbocada, escandalosa. Un vendaval, ¡que belleza!

Ahora sonrió, pero entonces estaba muerto de miedo. Mi ropa y sus gritos salían volando por el balcón, pero la ropa se compra y los insultos resultan inofensivos cuando al insultado no le hacen sentido.

De todo lo que me gritó solo recuerdo ¡pichurria! y ¡gonorrea!, más que nada por el cuidadoso desprecio que puso al pronunciar las doble erre.

Antes de dar vuelta la esquina le tiré un beso al aire, tragué el nudo que tenía en la garganta y murmuré:

—Chau, colombiana.







jueves, 22 de noviembre de 2018

Arcano


El insectoide entra a la nave sin presentaciones.

—Tengo un objeto para el capitán. Si puede pagar el precio, le aseguro que esto completará su colección sobre los terrícolas.

Ya en la sala de exposición, el capitán revisa el pequeño rectángulo plástico con emoción.

—¿Dices que esto contiene pequeños relatos de esa civilización antigua?

— Sí capitán. Les llamaban pergaminos, contienen información digital. Este se intitula "verbatim2Gb" y con la fuente de poder adecuada, puede acceder a sus misteriosas historias ilustradas —y continúa con voz zumbona—¿Esto completará su colección?

El capitán va a sentarse en una especie de trono en el centro de la sala, dentro de una caja transparente, hermética. Adopta una postura heroica y sentencia:

—Mi ADN la completará. Soy el último humano.

En un movimiento final, activa la suspensión criogénica de la caja.


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martes, 20 de noviembre de 2018

La carrera

Existen muchas historias sobre parejas de libros.  En esta,  hay dos libros que  como los gemelos,  se parecen pero no son iguales.

Servando leyó la última frase de  “La Carrera” mientras atendía el poco concurrido gimnasio de Huatabampo:

“...el libro se le cayó de las manos. Clemente estaba muerto. Fin.”

Cerró la novela bostezando de aburrimiento, sin sospechar que en ese mismo instante en Buenos Aires, Clemente caía sin vida junto a un libro que nunca terminaría de leer.

También era la novela “La Carrera”, pero diferente. Esta relataba la historia de Servando, un chico que atendía un Gimnasio en Huatabampo.

El viento juega con las hojas del libro caído junto al cadáver  y se detiene en la última frase:
“...el libro se le cayó de las manos. Servando estaba muerto. Fin.”


domingo, 18 de noviembre de 2018

El vecino

Un tío cojonudo. Acariciaba a su perro,
pagaba sus impuestos y cuidaba las flores de su jardín;
pero bajo la trampilla de su sótano se oían golpes y gemidos.











viernes, 16 de noviembre de 2018

La princesita ciega

La princesita se lamentaba al borde del estanque.

—Ya no quedan príncipes solteros...

Entre la bruma de sus lágrimas apareció una silueta verde.

—No llores princesa. Aprende a ser feliz con tus circunstancias —la consoló el sapo—.  Una vez también fui un príncipe y en castigo a mi vanidad, una hechicera me dió esta forma. Desde entonces me propuse ser el más feliz de los batracios

La princesa explotó:

—¡Puro conformismo! Deberías buscar la manera de cambiar tu situación.

—Dicen que el beso de una princesa me devolvería a mi forma original, pero hace mucho que me olvide de eso.

La princesa tuvo una gran idea. Venciendo el asco, se inclinó sobre el animalito con los labios fruncidos.

—No,  princesita, no lo hagas.  Así yo soy feliz...

A punto de besarlo,  apareció por la izquierda una sapa y, dándole la espalda a la princesita, le meó la vista. 

Ahora la princesita gritaba de dolor.

—Aprende a vivir con tus circunstancias—dijo el sapo mientras desaparecía tras su pareja.


Curitiba

Me reconoce de inmediato como a un par y se me acerca.
¿Ese es el Bob Marley? me pregunta señalando mi remera.
Si, ¿ te gusta?
Me gusta más el otro, el John Lennon, pero los dos luchaban por la paz, eso importa declara juiciosa. Hablamos un rato de Marley, Lennon, Bono. Ella recuerda que también estaba Renato Russo...y Cazuza. Cantamos un pedazo de “O Tempo Não Para” medio a los gritos y algunos comienzan a mirarnos raro. Me da un beso y nos despedimos, Ya hable con tu mujer en el “posto” me grita y se va, abriendo un surco entre el gentío que se aleja de ella. 
Es la mujer salmón de Curitiba, la lucha le viene en los genes, por eso no le importa. Ella sabe... y yo también.

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jueves, 15 de noviembre de 2018

Rdodesta Teresita


El insectoide arribó a la nave del Capitán con las manos vacías. No quería molestar pero no sería la primera vez que el habitual comprador de antigüedades rompiera su soledad invitándolo a comer.
Y no se equivocó. El capitán celebró poder departir con alguien más que las máquinas que atendían sus necesidades.
—Llegas a tiempo, camarada. Estaba examinando una pieza fenomenal proveniente del mismísimo planeta Tierra.
El visitante fingió interés.
—Oh, ¿que podría ser tan valioso, Capitán? ¿Algo como ese fantástico juguete en forma de + con un humano clavado en el centro?
—Algo mejor, mi curioso amigo. El cuerpo de un animal original, sin alteración genética alguna.
—¿Puedo verlo?¿Es comestible? —zumbó ansioso.
—Este pequeño alguna vez surcó los cielos terrestres, observa sus pequeñas alitas —exclamó con aires de profesor, sosteniendo en la mano un hipocampo disecado, pegado con silicona a una valva de molusco —. Míralo, ni siquiera tiene patas, se fijaba al exoesqueleto calcáreo mediante segregación pegajosa.
—Es color azul, semejante a las Fhrizyxukas maduras, ¿Que sabor tendrá?
—Jajaja, toma color azul cuando hay clima seco, cuando hay humedad en el ambiente su piel se torna rosada. De esta manera daban importante información a toda la bandada.
—¿Tenía nombre este apetitoso ser volador?
—Claro, bruto —dijo mostrando la inscripción de la base.
«Rdo. de Sta. Teresita.»*
El insectoide suspiró:
—Rdodesta Teresita, eres un tesoro….
La computadora central los interrumpió: ¡Capitán , la cena está servida!



*Santa Teresita, localidad Argentina.



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miércoles, 14 de noviembre de 2018

Umbr Ella

Ella se fue. Definitivamente, dijo.
Vos te quedaste parado junto a la puerta, jugándote la posibilidad de no volver a verla, solo para darme la última chance de revertir el desastre.
Afuera llueve fuerte. Si te deja, me deja. Si vuelve es por vos, pero también por mí­.
Ahora, los dos esperamos ansiosos el timbre.


lunes, 12 de noviembre de 2018

Prueba y error

—Le añadiré sólo tres gotas, ¿de acuerdo? —preguntó la doctora a su joven ayudante.
El muchacho asintió guiñando un ojo. A ella le falló el pulso y volcó la probeta del material.


Una semana completa les llevó volver a tener todo preparado. Habían superado el paso anterior y estaban cerca de culminar el experimento.
—Creo que hace demasiado calor aquí abajo —comentó la doctora desabrochando la pechera de su guardapolvo.
En ese preciso instante, su ayudante tuvo un repentino acceso de tos que contaminó todas las muestras.


Otra semana entera de cultivos. Esta vez controlaron la temperatura, nada podía fallar.
Cuando finalizaron todo el procedimiento se felicitaron emocionados, se abrazaron, se besaron en ambas mejillas y luego de un instante de duda… sus labios se unieron en un apasionado beso, ante la mirada curiosa de los ratones albinos.
En absoluto estado de excitación, volcaron lo que había sobre la mesa de trabajo y comenzaron a tener sexo allí mismo, de manera torpe y salvaje. Era de madrugada cuando se fundieron en un grito final de placer.
El experimento había vuelto a arruinarse y esta vez no les importó. Ya querían volver a intentarlo.



Mundo Vésre

Aquí, los payasos se maquillan un gesto de sufrimiento permanente y ofrecen su triste número en los velorios, las catástrofes y las ejecuciones. Son personajes aborrecibles de melenas lacias y oscuras.
En contrapartida, se dice que bajo su falsa mueca de dolor, ocultan una profunda y secreta alegría imposible de borrar.

domingo, 11 de noviembre de 2018

El impostor

—”Vine a Comala buscando a mi padre.”, le dijo el ricachón al detective...
—¿Y como le hizo pa’ encontrarlo, abuelo?
—No, si nunca lo buscó. Mejor preparó a un bribón del pueblo pa’ que se hiciera pasar por el susodicho.
—¿A poco el catrín se lo creyó?
—Claro que si, m’ijito, claro que sí, pero resultó que no lo quería pa’ reconciliarse, fíjese.

Ni bien estuvo a solas con aquel payaso, le pegó un tiro en la frente.
—¡Híjole abuelo!, ¿y cómo terminó la historia?
—El platudo dejó una montaña de billetes para pagar el silencio y desapareció en el desierto.
—¿Y qué pasó con el detective?
—Después de eso, dejo las investigaciones. La plata le hizo mal y se dedicó la bebida.

Anduvo de bar en bar, llorando y lamentándose. Le escucharon decir que su hijo era un asesino.
—Chanfle...
—Así es la cosa, m’ijo; que lo que viene con el viento, el viento se lo lleva...


Homenaje a México y a Juan Rulfo.



viernes, 9 de noviembre de 2018

Multiplicación de la estupidez

Miro en el espejo la cara de ese «bueno para nada». No la soporto, la bronca se hace puño y ahora cientos de estúpidos se chupan los nudillos desde el suelo.







jueves, 8 de noviembre de 2018

Extrañas noches

—Entonces, el lunes...

—El lunes soñé con los muchachos del liceo; que se morían todos.


—Por su culpa…

—Es verdad, doctor, pero por accidente. Desperté muy angustiado.

—Continúe.

—El martes soñé con mi casero. Me recriminaba por la muerte de mis amigos. Tú los mataste, me gritaba.


—Y el miércoles...

—Soñé con el trabajo. Mis compañeros susurraban a mis espaldas. Luego entraba un grupo S.W.A.T. y me llevaban detenido. Debe ayudarme, doc, hace dos días que no duermo, con tal de no soñar.

Se sentía relajado de haber compartido su problema, el diván del psiquiatra era tan cómodo...


—Señoría, según la entrevista, el acusado está en pleno uso de sus facultades mentales. No podría asegurar que no haya actuado con premeditación.

—Pero... doctor, usted prometió ayudarme... ¿Estoy dormido? ¡No!, que alguien me despierte. ¡Suéltenme! ¡No me lleven, todo es un sueño, noooo!

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Dos girasoles

—¡Hola! Que bueno verlo por aquí. Pensé que quizás no volvería.

—¿Por qué? Dijo que mi encargo estaría para hoy, ¿verdad?.

—Perdone —respondió algo avergonzada —, supongo que me pareció bastante raro que alguien compre dos girasoles. Aquí viene mucha gente y nadie regala flores tan grandes, sin perfume, tan...agrestes..

—Son para una persona muy especial.

—Seguro. ¿Una chica a la que le gustan los girasoles?

—No se si le gustarán, pero quiero enviarle un mensaje. ¿Conoce el idioma de las flores?

—Bueno, he oído de la pasión de las rosas rojas, de la pureza del jazmín...cosas asi.

—Los girasoles significan "solo tengo ojos para ti y te doy mi admiración”. Son ideales para una declaración.

—¡Ah, que mujer afortunada!

—Ojalá ella piense igual.

—¿Planea llevárselos? Son demasiado grandes para andar por la calle con ellos, le convendría nuestro servicio de entrega.

—Gran idea.

—En la caja, le darán una tarjeta donde escribir la dirección.

—Muy bien, si tengo suerte volveré pronto por más flores. Adiós.

Antes de cerrar, el dueño le preguntó:

—¿Conoces al de los girasoles? El idiota anotó la dirección de nuestra florería.




martes, 6 de noviembre de 2018

Ateo II

—Ven aquí hijo mío. Te enseñaré la oración a San Benito para espantar a las malas personas y su perniciosa influencia. ¡Oh, glorioso San Benit...! 
Sus palabras se apagan y su figura se pierde a medida que me alejo.








lunes, 5 de noviembre de 2018

Domingo

—Oiga vecino, ¿no debería cortar el césped. ¿Acaso no le da vergüenza?
—¡Cierre el pico, entrometida! —Le contesto fastidioso. Su marido llega con la intención de apaciguarme.
—No le hable así, ¿no se da cuenta que es un buen consejo? Su casa se vería más bonita con el jardín arreglado.
—¿Y a ustedes desde cuando les interesa cómo luzca mi casa? —Pero sé que han ganado la batalla.
Aparto el diario, dejo la cerveza y voy a sacar la podadora ante su mirada satisfecha.
Dos horas después, la pareja de calandrias baja del muro a comer los bichos que brotan del pasto cortado. Ni siquiera me agradecen.






sábado, 3 de noviembre de 2018

Instantes

Mi primera reacción fue ahogar un grito de terror cubriéndome la boca con la mano.
Tu mejor botella de whisky hecha añicos, el regalo de tu compadre... Eso era más que suficiente para ganarme una de tus palizas memorables.
Mi segundo pensamiento fue, viendo crecer el charco de sangre, que nadie sobrevive a semejante botellazo.


jueves, 1 de noviembre de 2018

La lista

—Repasémos todo de nuevo,  no quiero que falte nada: ¿capita?
—¡Lista!
—¿Mora?
—¡Lista!
—¿Colonia?
—¡Lista!
—¿Materia?
—¡Lista!
— ¿Persona?
—¡Lista!
—¿Idea? No,  con esto bastará.