viernes, 27 de septiembre de 2019

El pasillo de los pañales

Fue fatal encontrarnos ahí, en el lugar del que huíamos cuando rompimos.



 






martes, 24 de septiembre de 2019

El bromista

Los Glikus poseen la capacidad de cambiar a voluntad su aspecto físico y Pelzir era conocido por sus imitaciones. Ahora no parecía nada gracioso con su semblante apuntando al suelo. Su amigo intentaba animarlo.

―Vamos viejo, eres el comediante más famoso del planeta, no puedes estar así de triste.

―Me voy de la galaxia, Ror. Para siempre.

―¡Tonterías!, ¿quién hará reír a nuestra gente?

―También pienso dejar la actuación.

Ror, el zupvelyano, conocía lo único capaz de poner así a Pelzir.

―¡Oh!, rompiste con Frainaí.

―Ni siquiera discutimos pero ella... ama a otro.

―¡¿A quién?!

―A mí, pero cuando no soy yo.

Ror estalló en carcajadas.

―¡Maldito, casi te creo!

―Lo digo de verdad. Ayer me transformé en otro, un Awtipleño gordo y peludo. Me acerqué a ella en la calle fingiendo coquetear.

―Eso no está bien, Pel, ni siquiera como broma.

―Lo terrible es que aceptó salir con el Awtipleño, o sea, conmigo y tuvieron... tuvimos… sexo. Estaba como una fiera salvaje, me dijo que nunca había sentido algo así y que quería volver a hacerlo pronto. No me atreví a revelar mi truco.

―¡Ay, pobre Pelzir! Deberías adoptar unos cuernitos rojos, ¡te quedarían de maravilla! ―exclamó Ror y le estampó un beso en la boca.

Pelzir reaccionó furioso, nunca lo habían ofendido así.

A Ror le ganó la risa:

―¡Es lo que te mereces! ―le gritó mientras su cuerpo cambiaba para convertirse en la bella Frainaí.


¡Volver a la nave nodriza!

lunes, 23 de septiembre de 2019

Van Helsing contra la reina de los vampiros

Una anciana remonta la calle empedrada cubriéndose del sol con un paraguas negro.
Hace tiempo que el doctor Van Helsing descubrió a los vampiros evolucionados, ya no son solo nocturnos.
—El paraguas no me engaña ―piensa Van Helsing ―, esa vieja es en realidad la reina de los vampiros. Su muerte será el golpe final, de ella depende toda la raza.
Ignorante del peligro que la acecha, la anciana conquista el camino al hospital, ni el calor ni la edad le impiden visitar a su hijito cada viernes.
Van Helsing transpira escondido. Empuña una estaca filosa que piensa clavarle en el corazón justo cuando pase.
 La viejecita está casi a su lado, Van Helsing alza el arma. Ya va a hundírsela cuando la vieja cierra el paraguas. 
¡Sigue bajo el sol! ¡Es inmune! Van Helsing baja el brazo confundido. Entonces… ¡no es la reina! 
La viejita lo abraza con ternura, le acaricia la cabeza, después le quita el palo puntiagudo y lo convence de volver con ella al psiquiátrico.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Galán maduro

Mejoró con el tiempo, como se dice de los vinos.
Atrás quedó su semblante ingenuo, de ojos redondos y asombrados.
La presbicia le regaló una mirada entornada, casi felina, que causa furor entre borregas y veteranas.



Colonia del Sacramento

Una milonguita baja desde el balcón, acaricia mis oídos y se pierde en la tarde:

"Fuimos juguetes en sus manos, Señor Juez,
que acaso el muerto también pude ser yo,

pero en el duelo de guapos lo maté,
y la locura de su embrujo se rompió..."

“Shakespeare era uruguayo, qué no ni no.”—pienso.






martes, 17 de septiembre de 2019

Irene

La voz herida rompió el silencio en la barra del bar.
―¡Bajo mis propias narices! ¡No puedo entenderlo!
―No se castigue ―Le aconsejó el barman―. Las cosas más evidentes suelen pasarnos inadvertid…
―¡A mí, jamás! Ni el más mínimo detalle.
―El amor enceguece, usted lo sabe.
—Subestime a Irene, estoy perdiendo mis facultades.
—Nadie desconfiaría de su novia ni de su mejor amigo.
—Lo peor es que puedo deducir exactamen qué estarán haciendo ahora. Él debe estar remedándome: "Elemental, mi querido Watson”, mientras ella se parte de risa.
―Vamos, Sherlock, tómese otro, invito yo.



lunes, 16 de septiembre de 2019

Mediana edad



—Su última novela, la historia de una joven fanática que se enamora de su escritor favorito, es un verdadero fiasco. Románticona, predecible, no aportará nada nuevo a la literatura o a la carrera de su autor, que habiendo sido promesa de genialidad, hoy comienza a verse viejo.—
El escritor cerró la revista sonriendo y atendió su celular.
Era un mensaje de amor de otra admiradora.










viernes, 13 de septiembre de 2019

Los inocentes

Debió tratarse de un error, un error garrafal ―que seres tan superiores los tengan alienta alguna esperanza ―.
Todos los operadores de radio del mundo oyeron al mismo tiempo las tres cortas frases:
"La integridad del planeta azul corre peligro. Debemos eliminar la amenaza con fuego. Que solo sobrevivan los unicelulares."









lunes, 9 de septiembre de 2019

El difícil arte de morir


El mundo postapocalíptico le resultaba insoportable, extrañaba demasiado la antigua sociedad.

Estudiados varios métodos eficaces de suicido, optó por el más discreto. Moriría ahorcado, la decisión estaba tomada.

Subió con el nudo corredizo al cuello y ató firmemente la cuerda a una viga del techo. Meditó su última despedida con ojos cerrados y mandíbulas apretadas y temiendo arrepentirse volcó el banquillo de una patada.

Su cuerpo se bamboleó en la horca unos minutos, después, sus piernas se extendieron hasta el suelo, sus poderosas manos cortaron la soga y se sentó en el banquillo a pensar.

El robot necesitaba otra forma de terminar con su existencia.






Conciliación


―Aquí estoy, ¿quien me busca? ―atronó una voz masculina que no se correspondía con la frágil Clelia.

―¿Papá? ―arriesgó el muchacho emocionado.

―Yo solía tener un hijo...Marcos. —contesto la médium,  aunque la voz parecía surgir de todos los rincones de la habitación.

―Soy yo, papá ―El muchacho rompió en llanto―. Sé que peleamos por dinero y que eso te provocó el infarto. Hace días que no duermo, no podía quedarme así. Tenía que pedirte perdón, papá.

―¡Mi muchacho! No debes torturarte, eso ya pasó. No fue tu culpa, yo estaba mal de salud. Ahora estoy en paz.

Marcos sollozó un poco más y de a poco se recompuso.

―Gracias, papá. No sabes cuánto me reconfortas. Otra cosa, antes de que te vayas... esto... ¿recuerdas la combinación de la caja?




domingo, 8 de septiembre de 2019

Plata yvigüy

Lo despertó el ruido de la pala.  Se asomó al campo y divisó la silueta, cavando. 
Llevaba un uniforme harapiento, los botones brillaban bajo la luna.
El viejo Quintana ―que sabía por experiencia cómo la guerra revolvía la cabeza de un cristiano―, se acercó. 
—Mbaetekó, soldado —lo saludó —. ¿Cavando trincheras? 
—¡Y una mierda!, vos también andás buscando el oro que enterramos con el General Caballero—contestó el loco, algo aprensivo—.
El viejo se compadeció al ver la docena de pozos que llevaba excavados.
—Vamos a mi rancho, Cambá, te invito un mate cocido. 
—Ni mamau largo, viejo, tengo que seguir. 
—No seás mboré, loco, que cuando muerás nada te vas a llevar. 
El soldad lo miró condescendiente.
—¿Y a vos quién te dijo que estamos vivos, Quintana?



jueves, 5 de septiembre de 2019

Aves de paso

Los hombres iban y venían buscando algo que hacer, las mujeres reprendían a los niños sin razón. Estaban indecisos y nerviosos porque sabían que en esa oficina se barajaba su futuro.

—¡¿Qué tantos miramientos, Sosa…?! —dijo el patrón a su capataz — La cosecha terminó, que se manden a mudar, ya volverán el año que viene.

Sosa asintió y se encargó de cumplir la orden. Corrió súbitamente hacia la peonada agitando los brazos y dando voces.

Los trabajadores golondrina echaron a volar asustados, dieron una vuelta en círculo sobre la hacienda y partieron hacia el norte en formación V.


El último poeta

Armado con sus libros en la plaza,
recitó a viva voz bajo la luna. 
A la barriada obrera, que trabaja, 
molestó que importunara hasta la una.

Un certero zapato hecho saeta,
cruzó la noche a gran velocidad, 
impactó en la cabeza del poeta. 
y dejó sin poesía a mi ciudad.





martes, 3 de septiembre de 2019

Judas del bosque


Este jilguero es un "llamador", el único al que no he liberado. Aún no. El trampero lo mira desde el suelo con sus ojos vacíos, él sigue trabajando, atrayendo a sus camaradas a las trampas.

Espanto las moscas mientras me pregunto qué dirá en sus trinos seductores. ¡Comida, comida gratis aquí!, ¡Ayúdenme, por favor, que alguien me ayude!, o quizás, ¿Quien quiere echar un polvo conmigo?

Lo odio por traidor a su especie, por vigilante y buchón. Después reparo en sus circunstancias, terribles circunstancias. Entonces lo dejo salir, su canto suena diferente entre los árboles, desaparece en el monte, alejándose de las jaulas vacías y del trampero muerto.