lunes, 24 de abril de 2023

Fetiche Literario

Inspeccioné los lomos que se me ofrecían ansiosos desde los estantes. “¿Quién tendrá hoy el privilegio de mi compañía?” Al final, retiré un grueso volumen, una novela que ya tenía conocida. Me entretuve un momento admirando la portada antes de llevarlo a mi lugar de lectura favorito.
“¿Qué pensaría el libro al advertir que le estaba quitando la sobrecubierta para recorrer la encuadernación con la palma desnuda?” Ese ritual me resultaba tan inevitable como la siguiente acción, separarle las hojas al medio y hundir la nariz inundándome con el aroma del papel.

“ A vos ya te conozco, sé bien de qué va tu historia”. Luego de mojarme la yema de los dedos con saliva, comencé a pasarle las páginas, una a una, ojeando con delicadeza algún párrafo al azar, siguiendo la narración, subiendo poco a poco la velocidad a medida que avanzaba. Seguí moviendo los dedos cada vez más rápido hasta llegar al punto exacto donde la trama alcanzaba el clímax. Justo ahí me contuve de seguir leyendo, saque mi señalador favorito y lo hundí entre las páginas, jadeando. Le cerré fuerte las tapas y me concentré en recordar el final.

Todavía tenía los ojos cerrados cuando mi primo entró en la escena:

—Eso que estás leyendo debe ser muy interesante, primito. Prestámelo cuando termines con él.

La única piña que le di le reventó el labio y lo dejó noqueado contra una estantería.


lunes, 17 de abril de 2023

¿Quién era La Muerte?

Los más viejos aún recuerdan al loco La muerte, un friqui que aterrorizaba al barrio a fines de los 60'.

Encapuchado con un hábito de fraile, cargando una guadaña oxidada al hombro. Así sorprendía a los desprevenidos que por poco no morían del susto.

En la última vez que fue visto, La muerte recorrió la avenida sembrando el pánico hasta llegar al parque municipal que estaba casi desierto. Sólo quedaba una jovencita menuda leyendo en un banco, bajo un ciprés. Al verla, el loco La muerte no se pudo contener. Le apareció por detrás, pero al momento de asustarla, ella se giró sonriéndole con dulzura. Lejos de compadecerse, el loco levantó la guadaña y le gritó:

—¡Yo soy la muerteeeee!

La joven ni pestañeó. Después, cortó la tarde con una risotada fría.

—Ya quisieras, pobrediablo —le contestó—. Hoy vos te venís conmigo.



sábado, 8 de abril de 2023

Felices pascuas


“...dos cuartas de cogote y una percha en el escote bajo la nuez”.
Discepolín.

Con la cabeza de conejo de pascua bajo el brazo me recuerda a un astronauta. El disfraz le queda enorme. Baja la mirada, restriega el piso con su patota gigante. Desconfía de mis razones para invitarle una cerveza a media mañana. Sus ojos buscan al guardia de seguridad, está allá, lejos, vigilando los juegos mecánicos. Resopla, al final cede.
Bebemos en silencio. Estoy hipnotizada por su perfil aguileño, su barba hirsuta, su cabello desgreñado. No me sale a preguntarle nada. ¿Habrá una próxima vez?¿Navidad, tal vez?
—Tengo sed —murmura el conejo del centro comercial esa misma tarde en la plaza. Está interpretando a Jesús, colgado de la cruz en el Vía Crucis viviente. Un centurión romano le alcanza una esponja con vinagre. Sigo de largo, tampoco es buen momento para preguntas.