miércoles, 27 de febrero de 2019

Draculita

Cumplió cuarenta el año pasado pero es un niño eterno, tan juvenil y saludable como siempre. El apodo le viene de su tez pálida, sus colmillos puntiagudos e incisivos ausentes.

En el barrio La Blanca todo el mundo lo conoce y todos saben el truco para hacerlo feliz.

—¡Eh, Draculita, vos sos el primer cerrista! ―le dicen ―, ¡Vamos Cerro, abajo Olimpia, buuuh!
Entonces, Draculita, prodiga su actuación.

Pone los ojos en blanco, como en shock, después agacha la cabezota y embiste como un toro el pecho del provocador. A continuación, comienza una andanada de golpes fingidos. Al estómago, a la cabeza, ¡pam, pam, pam!

La pantomima sigue hasta que su rival pronuncia un:

—¡Perdonáme, Vidal, vamos Olimpia, Olimpia campeón!

Solo así Draculita suelta a su presa, lanza una carcajada de triunfo y golpeándose el pecho, fuerte con la palma exclama:

—¡Cho, olimpita, o-lim-pita!.



lunes, 25 de febrero de 2019

Agorafobia

―Es importante que entienda, Clelia, usted sufre de “agorafobia”; un trastorno de ansiedad que le impide salir de su casa.


―Cállese, doctor. Usted no sabe lo que me pasó...

El psiquiatra cedió para avanzar.

―Empecemos ahí, entonces. Cuénteme lo que le pasó...

―Debe saber, doctor, que yo soy una "medium"... o lo era. Tenía mucha habilidad para invocar espíritus y comunicarlos con los vivos ―El doctor alzó una ceja suspicaz―. No me crea, pero le aseguro que no es un trabajo... fácil. Es peligroso, hay espíritus... "complicados".

―Digamos que le creo, continúe...

―En cierta ocasión, invoqué al padre fallecido de un joven millonario, pero acudió al llamado el espíritu de una anciana. El cliente se fue sin pagarme; el fantasma, en cambio, se quedó. Me reveló que el tiempo y el espacio no significan nada para las almas errantes. Ellas recorren pasado y futuro a voluntad.

―¿Y qué hay con que no pueda salir de su casa?

―Allá vamos, doctor. El espíritu vino a darme un aviso: “¡No vayas, Clelia! ―me grito angustiada―. ¡Nunca debimos ir ahí, por amor de Dios!”. De inmediato se esfumó al igual que mis poderes psíquicos. Ya nunca más pude contactar con el más allá.
Por eso no me atrevo a salir.

―Inquietante... ¿Por qué el fantasma le dijo “No debimos”?

―Eso es lo peor, doctor. Había algo en los rasgos suplicantes de aquella mujer que me permitieron reconocer mi propio rostro.


viernes, 22 de febrero de 2019

Preparación

...vamos mezclando y amasando, mezclando y amasando para que la masa vaya tomando temperatura.
Ahora agregamos unos trocitos más de carne... ahí va.
Seguimos metiendo trocitos de carne hasta completar el molde.
Retacamos bien, zarandeamos y completamos con algunos trocitos más de carne. Fíjense como van largando sus jugos. 

Seguimos revolviendo, empujamos y agregamos más trocitos de carne. Si se vuelcan algunos no importa, la idea es que no quede nada de aire adentro.
Ahora seguimos batiendo hasta llegar a Plaza Constitución, donde abrimos las puertas del colectivo y vemos como los trocitos de carne se deslizan fuera, camino de sus miserables empleos.










miércoles, 20 de febrero de 2019

Fanáticos

Instantes después del golpe y todavía sangrando, el atropellado levantó la cabeza del asfalto.

Miró incrédulo al auto de carreras y al piloto que bajaba, sacándose el casco.

El tipo llamó de inmediato a emergencias y se acercó para ayudarlo.

Al tenderle los brazos, el atropellado le agarró las manos.

—¡Juan María Traverso, ídolo, fenómeno! —pronunció mientras le besaba las muñecas, salpicándolas de sangre— ¡Si te habré visto salir campeón desde la 15…!

Acto seguido, se levantó y, aún tambaleante, se abrazó al capó del auto como si fuera su madre y lloró de felicidad.

—¡La violeta, me atropelló la violeta... —gritaba en medio de la avenida, señalando el auto con las palmas extendidas—, la Chevy del flaco Traverso...!

Los paramédicos lo sedaron, lo ataron a la camilla, lo subieron y partieron. La sirena se fue apagando.

Apoyado en el capót, el taxista hablaba con los policías, mirandosé las manos todavía manchadas de sangre:

―...cruzó corriendo y se paró frente al taxi. No pude esquivarlo ―explicaba nervioso―...

domingo, 17 de febrero de 2019

La promesa

Las manos empapadas de colonia, palmotean sus cachetes caídos frente al espejo. Acomoda su corbatín y se calza el saco de tweed; por último, manotea la valija de abajo de la cama y sale de la vieja casona.
A sus ochenta y tantos, está listo para escapar con su joven amante.
En la valija gastadísima, carga un montón de billetes que el tiempo se encargó de volver caducos. «¡No son billetes inútiles! Quieren engañarme, robar mi fortuna».
Espera nervioso el colectivo sentado frente a la parroquia.
Sube y pide:

—Hasta la estación, joven, conserve el cambio. —Ofreciendo al chofer un billete desvaído con demasiados ceros para la época.

El colectivero sonríe y acepta el dinero inservible. El anciano ocupa el asiento delantero, como de costumbre.
 

—¿Va de viaje, jefe? —Le pregunta, aunque sabe la respuesta de antemano.
—Mi novia me espera, nos vamos a Buenos Aires.

La conversación continúa por el camino. La historia de un amor prohibido, de Montescos y Capuletos, un suegro incomprensivo, una promesa inquebrantable...

En la agitada estación, desciende ansioso por la puerta trasera.El colectivero va al baño y minutos después, vuelve para recomenzar el recorrido.
El viejo continúa sentado, esperando con gesto inexpresivo.

—¿El señor García? —Le pregunta el chofer con disimulo.
—Sí, ¿Quién es usted? —responde intrigado.

El chofer susurra de costado, con el canto de la mano sobre la mejilla opuesta.

—Tengo un mensaje de su novia. Lo espera en la plaza, frente a la parroquia. ¿Quiere venir?

La mirada del viejo se ilumina. Se levanta del banco, saca un billete añoso, como él mismo, y sube de un salto al colectivo.

jueves, 14 de febrero de 2019

Especial San Valentín

Aggiornado

La primera flecha rozó la mano de Romeo, que maldijo cuando el celular se le cayó en plena vereda.

El segundo flechazo fue más osado; reventó la batería del móvil que Julieta sostenía en el balcón.

Ya libres, sus miradas se cruzaron por casualidad.

—Era más fácil cuando apuntaba al corazón —pensó Cupido mientras se alejaba volando satisfecho.



Dos girasoles

—¡Hola! Que bueno verlo por aquí. Pensé que quizás no volvería.


—¿Por qué? Dijo que mi encargo estaría para hoy, ¿verdad?.

—Perdone —respondió algo avergonzada —, supongo que me pareció bastante raro que alguien compre dos girasoles. Aquí viene mucha gente y nadie regala flores tan grandes, sin perfume, tan...agrestes..

—Son para una persona muy especial.

—Seguro. ¿Una chica a la que le gustan los girasoles?

—No se si le gustarán, pero quiero enviarle un mensaje. ¿Conoce el idioma de las flores?

—Bueno, he oído de la pasión de las rosas rojas, de la pureza del jazmín...cosas asi.

—Los girasoles significan "solo tengo ojos para ti y te doy mi admiración”. Son ideales para una declaración.

—¡Ah, que mujer afortunada!

—Ojalá ella piense igual.

—¿Planea llevárselos? Son demasiado grandes para andar por la calle con ellos, le convendría nuestro servicio de entrega.

—Gran idea

—En la caja, le darán una tarjeta donde escribir la dirección.

—Muy bien, si tengo suerte volveré pronto por más flores. Adiós.

Antes de cerrar, el dueño le preguntó:

—¿Conoces al de los girasoles? El idiota anotó la dirección de nuestra florería.





Magia del amor
En el momento crucial de la noche, tocaron el vals de los novios.

Él le tendió su mano y ella lo abrazó con gesto cándido. Bailaron con gráciles pasos, sin dejar de mirarse a los ojos ni un instante. La música sonaba lejana, desapareció el salón, las luces, los invitados...solo existían los dos y su baile; aquel que siempre habían soñado, ese que nunca habían tenido..

Y al terminar la música, volvieron poco a poco a ser Ramona, la cocinera y Francisco, el mozo de la fiesta.




miércoles, 13 de febrero de 2019

Kurundú

—¡Esta tierra es mía, carajo! ―Truena la voz bajo los gruesos bigotes.
—Este piquete es de mi familia, señor, desde el tiempo de mis abuelos. Puedo mostrarle los papeles adentro ―responde Ramón con voz queda. Gabriel, el hijo mayor, observa atento la escena desde el tejado que está reparando.

—¡Me limpió el culo con tus papeles, esto es todo mío! Tienen un día para agarrar su mierda y mandarse a mudar. Si mañana a esta hora siguen acá, los mató a todos: gente, vacas, pollos, todo...

Gabriel sabe que el bigotón no amenaza en vano. Baja y sale por la puerta, revólver en mano y cuchillo al cinto.

—¿Y a qué esperar a mañana, don? —dice a sus espaldas— Arreglemos esto ahora, pues...

El matón gira y antes de sacar su arma, ya tiene un tiro en el pecho. Herido y todo, continúa en movimiento. Gabriel le dispara cuatro veces más.
El bigotón se queja, pero no cae. Sus ojos destilan desprecio.
Desesperado, Gabriel pela el cuchillo y se lo hunde en la panza.
El matón cae contra un arado, más por el empujón que por el tajo. Sigue vivo, boqueando entre espumarajos de sangre. Su mano se alza de la tierra colorada en un gesto acuciante.
Gabriel se acerca apretando el cuchillo en su puño.

— Kurundú —... Alcanza a decir el bigotón con ojos suplicantes.

Entonces, Gabriel le arranca la camisa, corta la piel debajo de una cicatriz y con la punta del cuchillo extrae un pequeño bulto de pelos, hueso y quién sabe qué más. Recién ahí, el amuleto pierde su efecto y el matón larga su último aliento.
Ramón apoya una mano sobre el hombro de su hijo.
Gabriel sabe qué debe hacer. Monta y se aleja al galope sin mirar atrás.


lunes, 11 de febrero de 2019

El último cigarrillo

«Debo dejar de fumar», pensó, asomado al balcón con un cigarrillo entre los labios.
«¿Cuántas veces lo dije ya?» Soltó el humo con un dejo de resignación.
«Mi suegro murió de cáncer de pulmón, fué todo un martirio», recordó mientras encendía otro, ya con culpa.
El último cigarrillo del paquete, lo sorprendió asqueado y satisfecho.
«Ya está, ahora en serio, lo dejo»
Jurándose voluntad inquebrantable, soltó por el borde la colilla, la última colilla.
Debajo del balcón la esperaba la caseta del gas y su sibilante pérdida.
Entonces la deflagración subió violentamente envolviendo al balcón y su reflexivo ocupante. Todo se volvió fuego y entre las llamas surgió la cara del diablo, riéndose a carcajadas de sus estúpidos reparos.





viernes, 8 de febrero de 2019

Fruta podrida

Los Zamannitas viven, en promedio, doscientos años en su forma semoviente y unos dos mil en su forma arbolar. Su estricta religión considera que dos siglos deberían bastar para conocer y experimentar todas las sensaciones importantes del universo.

Luego llega la llamada «hora de la sensatez», la decisión voluntaria de buscar una parcela cercana a sus afectos y "echar raíces" enterrándose en una tumba que no es tal, pues al tiempo emergen en forma de árbol para cobijar a los Zamannitas jóvenes, quienes cosecharán y cuidarán sus frutos-bebés.

Azaharaia era diferente, conocer al insectoide cambió su espíritu de manera rotunda. Con una colección de interminables historias, le mostró que ni mil años son suficientes para degustar los misterios del universo.

A sus casi cuatrocientos años, Azaharaia ni consideraba celebrar su ceremonia de plantación, por más que esto constituyera una grave ofensa religiosa.

Ahora, cuando visita su planeta de origen, encuentra que todos sus conocidos son árboles y apenas puede abrazarse a sus ásperos troncos.

En la calle principal, los niños-fruta reconocen su cáscara arrugada, la señalan con sus dedos de ramita y le increpan:
—¡Fruta podrida! ¡Fruta podrida!


¡Volver a la nave nodriza!


miércoles, 6 de febrero de 2019

Inventario

El incordio

Este instrumento musical de cuerdas posee un sonido repetitivo y fastidiante que causa molestia en el espectador, es muy poco requerido en las formaciones orquestales.


El collar antiperros

Este diminuto dispositivo está diseñado para colocarse en el cuello de las pulgas. Su acción repelente las aleja de los canes y otras mascotas.


La gorra de pensar

Este práctico invento, posee un inhibidor de señales eléctricas que desconecta celulares, televisores, radios y computadoras.


El traje de invisibilidad

Asegura total y permanente invisibilidad a su portador. Incluye: cartel escrito a mano, botella en bolsa de papel, carro de supermercado y frazada de periódico, todo en una caja gigante de cartón.


El foco de luz de luna

Analizadas las características específicas de la luz de luna, no fue difícil desarrollar un foco que las emulara. Su uso está relacionado principalmente con la elevación de mareas, actividades artísticas y/o románticas y en el tratamiento de la licantropía.


La alarma de contaminación sonora

Dispositivo de precisión que avisa del aumento de contaminación sonora a través de una poderosa sirena ululante.


El silenciófono

Un instrumento imprescindible en toda gran orquesta. Al ejecutarlo, produce los silencios tan importantes entre instrumentos. Su ejecutante debe ser sumamente sigiloso ya que un silenciofonista ruidoso resulta un verdadero incordio.


domingo, 3 de febrero de 2019

Desilusión

Los reunió al pie de un añoso roble que, por ser invierno, tenía las ramas desnudas.

—¡Oh antiguo árbol anciano, te ordeno que florezcas ahora! —gritó.

Desde el arrugado tronco surgió una voz potente y recóndita que dijo:

—¡No me da gana, no me molestes!

Todos se fueron abucheando al profeta. Hacer hablar al árbol no era el milagro que les había prometido.



viernes, 1 de febrero de 2019

Urbanitas

Llegaron desde Buenos Aires con esa caja impresionante sobre el coche.
Enseguida revelaron la gran sorpresa: una piscina gigante, preciosa, con todo y escalera.
Nunca tuvieron en cuenta el hecho de que llenar sus catorce mil seiscientos litros en ese campo desierto sería una empresa muy difícil.
Sin mejores alternativas, se turnan para sacar agua del pozo en los baldes.
En medio de semejante trabajo, el bromista de la familia le tira un baldazo de agua helada a su tía. La respuesta no se hace esperar y ahí empieza el carnaval; espontáneo, salvaje, todos contra todos, que va ganando intensidad ante la mirada ofendida de la piscina abandonada.