viernes, 16 de noviembre de 2018

La princesita ciega

La princesita se lamentaba al borde del estanque.

—Ya no quedan príncipes solteros...

Entre la bruma de sus lágrimas apareció una silueta verde.

—No llores princesa. Aprende a ser feliz con tus circunstancias —la consoló el sapo—.  Una vez también fui un príncipe y en castigo a mi vanidad, una hechicera me dió esta forma. Desde entonces me propuse ser el más feliz de los batracios

La princesa explotó:

—¡Puro conformismo! Deberías buscar la manera de cambiar tu situación.

—Dicen que el beso de una princesa me devolvería a mi forma original, pero hace mucho que me olvide de eso.

La princesa tuvo una gran idea. Venciendo el asco, se inclinó sobre el animalito con los labios fruncidos.

—No,  princesita, no lo hagas.  Así yo soy feliz...

A punto de besarlo,  apareció por la izquierda una sapa y, dándole la espalda a la princesita, le meó la vista. 

Ahora la princesita gritaba de dolor.

—Aprende a vivir con tus circunstancias—dijo el sapo mientras desaparecía tras su pareja.


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