Recuerdo la tienda de sombreros del tío Orlando, recuerdo el olor a solvente y recuerdo uno de mis cumpleaños, cuando me escapé de la fiesta con mi primo. Jugamos a los besos en la trastienda, escondidos entre las cajas redondas y brillantes. En la penumbra vi moverse una sombra que resultó ser mi propio reflejo en el espejo del probador. Reí al ver mi cara de tonta y también podría reír ahora, pero las lágrimas arrasan mis mejillas.
Se rompe el hechizo. Vuelvo a la triste realidad donde soy una amenaza para algunos y al mismo tiempo estoy en peligro inminente. La niña se fué, mi cara vencida y arrugada me mira desde la foto del pasaporte que tiembla en mi mano. Desde la cubierta miro el horizonte, la línea de la costa va desapareciendo y me hundo de a poco en el exilio.
¡Me encantó! ¡Muy emotivo!
ResponderEliminarAbrazo
Gracias Alicia. Estans en tu casa. Volvé pronto. Saludos.
EliminarPrecioso. Sin palabras...
ResponderEliminarMuchisimas gracias Montse. Pasá cuando quieras. Abrazo.
EliminarHola Diego:
ResponderEliminarSolo dejar constancia de que he leído tu micro relato que comentaré en la página de Literautas cuando se publique. Decirte que me ha gustado, pero me parece que hay algo extraño con los tiempos verbales.
Saludos.
Hola Vespasiano, gracias por leerme y que te haya gustado. En el taller me contás en detalle tu apreciación sobre los tiempos verbales. Abrazo.
EliminarMuy triste pero me gusto mucho. Bastante original
ResponderEliminarMuchas gracias. Saludos.
ResponderEliminarPasado y presente es toda una vida que pasa rápido, como un reflejo en el espejo. La añoranza y la incertidumbre camino del exilio lógicamente presentes. Diego, impresionante. Como de costumbre, aprovecho y cotilleo por tu página. Hoy destaco el Lenguaje inclusive. Me gustó.
ResponderEliminarGracias por venirte a leer por aquí Labajos. Estás en tu casa. Un abrazo.
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