Lastima mis oídos el chirrido sordo de una frenada colosal.Me deslizo para adelante involuntariamente mientras un estornudo recién expulsado vuelve a refugiarse en mi nariz. Cuando las corrientes marinas cambian de sentido, los peces del mar trastabillan y las aves, en pleno vuelo, chocan confundidas por los vientos que les vienen de frente. La luna baja en el cielo, el anochecer atardece y todas las brújulas ahora apuntan al sur.
—¿Que carajo pasa? —pregunta el chofer del micro.
— Dios ha girado la perinola —-pienso.---, pero en el sentido contrario. Cayó en “Todos ponen”.
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