viernes, 11 de mayo de 2018

La prueba

— Alá lo acompañe, noble mercader. Mi amo, el califa, solicita la cesión de su hija para servir en su harén. Dada la repercusión de su belleza y su juventud, ofrece veinte piezas de oro si acepta el trato.
— ¿Como te atreves, insolente? Mi pequeña es la luz de mis ojos y la alegría de mi corazón. Tu oferta es insultante, mensajero.
— Pido disculpas señor, quizás aceptaría cien piezas. El califa las pagaría con gusto.
El mercader explotó furioso.
— ¡Ni cien ni doscientas, perro! Es mi única hija, ¿no puedes entenderlo?
— Lamento la molestias y emprendo mi regreso implorando su disculpa.
Al volverse, el sencillo mozo percibió un cambio en el tono.
— Aunque... quinientas piezas sería un trato razonable...
— En ese caso, señor, que preparen su ajuar. Mañana al mediodía regresaré a buscarla con el pago.
El sol del amanecer iluminó el cofre en la tienda vacía de la joven. Adentro, el codicioso comerciante encontró esta nota:
“ Ahora usted sabe que ha perdido quinientas piezas de oro y yo sé que mi amor es invaluable.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Que te pareció esta historia?