Shhh. ¿Un motor? No, solo es la tele.
—¡Eres un cobarde, Jhonnie! No te vas a librar tan fácil esta vez.
Contengo la respiración, solo se oyen las voces de la película.
Tomo coraje y abro las puertas del mueble bar de un tirón; las bisagras gimen como un ataúd. El corazón latiendo desbocado. Meto la mano y aferro el cuello de la botella.
—No tienes escapatoria. Esto lo resolveremos aquí y ahora.
Muerdo el tapón y lo escupo poniendo cara de malo.
—Prepárate a morir, gusano.
Empino la botella y ya estoy a punto de beber cuando las luces de la camioneta de papá iluminan el comedor. En un instante tapo la botella, cierro las puertitas y salto al sofá frente al televisor.
Escucho el portazo y me obligo a mirar fijo la pantalla. Un vaquero galopa hacia el atardecer.
—Hoy te has salvado, Jhonnie, pero no puedes huir para siempre.
¡Muy buen micro!
ResponderEliminarGracias amigo. Un abrazo.
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