lunes, 30 de julio de 2018

Marginado

Mi auto nuevo se descompuso. Una constante en mi vida, lo bueno nunca es duradero.
Vuelvo vencido a la parada del colectivo y noto algo raro en el ambiente de la fila: nadie responde a mi "Buenos días".
Al subir, el conductor me pregunta hasta donde voy, como si no supiera dónde me bajo hace años. Mi asiento preferido está ocupado por el bolso de una señora de mirada hostil, otra mala señal.
Sube un vendedor que va ofreciendo golosinas a cada pasajero. El muchacho me ignora, salteando mi mano extendida, como si yo fuera un fantasma.
Entonces lo comprendo todo. Ya no me consideran uno de ellos. He sido exonerado de su cofradía por cargos de alta traición.
Me bajo cinco paradas antes, terriblemente avergonzado.



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