viernes, 8 de marzo de 2019

Zeerblam de Leubtis

―Buenos días, venerable anciano ―. Saludó el insectoide―. Un amigo me dijo que usted sabe todo lo que pasa en Leubtis.

―Ya sabe lo que dicen, “planeta pequeño…”

―Buscamos a un niño de metal, con la cabeza un poco deforme y una antena al frente...

El viejo pensó unos momentos y respondió:
―Yo buscaría en lo de Zeerblam, al final de la calle que huele a Slunej. El tipo está obsesionado con la llegada de un niño. Entren al lugar directamente, Zeerblam el escultor es demasiado grande como para abarcarlo con la mirada.

―Muchas gracias ―dijo Azarahaia haciendo una reverencia―. ¿Cómo pagaremos este favor?

―Ya que lo encuentren, me ofrendarán algo. Si trataran de escapar me enteraría, ¿verdad?

El atelier del escultor inconmensurable mostraba numerosas proyecciones holográficas flotantes. Azarahaia y el insectoide reconocieron en ellas los más diversos sistemas y galaxias.

Estaban aburriéndose de aquello, cuando descubrieron una constelación que desde cierto ángulo, formaba exactamente el perfil de Ocho Pines. Una poderosa voz dentro de sus mentes los rescató de su embeleso.

―¿Acaso están interesados en la galaxia de “El Enviado”?

El insectoide fue el primero en sobreponerse y responder al aire.

―Usted diseñó la cabeza de Ocho Pines. La hizo a semejanza de esta galaxia, ¿verdad?.

Sus cráneos se llenaron de carcajadas.

―Al contrario, mente estrecha... soy Zeerblam, el escultor de galaxias.




¡Volver a la nave nodriza!

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