miércoles, 27 de marzo de 2019

Smells like teen spirit

Año 2073. Anochecía en el penthouse.
La directora de la corporación se deslizó en su cámara hiperbárica —lujo que pocos podían permitirse—.


Un intenso olor a patas inundaba el recinto, feroz como un cachetazo. Tan contundente que su acompañante de esa noche, apenas lograba reprimir las arcadas. 

En el reposo que siguió al sexo, la joven amante se atrevió a preguntar por aquel inapropiado hedor a queso rancio.


―¿Eso? Es artificial e inocuo, querida, no te preocupes, no hay peligro. Lo uso para relajarme al dormir.

Ante la sorpresa de la chica, la poderosa veterana continuó:


—Te contaré algo de los viejos tiempos, mis tiempos.
Cuando era niña, existían unos pequeños restaurantes de comida basura.
Los fines de semana, papá me llevaba a comer
 y jugar en sus plazas.
Eran unas peceras gigantes, con pequeños laberintos de plástico y piscinas llenas de pelotas de colores. Lugares que jamás limpiaban o desinfectaban, donde los niños debíamos descalzarnos y jugar con desconocidos. 
Así olían los juegos del McDonald's, a eso huele la felicidad para mí.



2 comentarios:

  1. La historia me pareció conmovedora.Te felicito!!!Las escribís vos o las recopilás?

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    Respuestas
    1. Gracias por tus palabras. Las historias del blog son todos delirios propios. Hablo más sobre ellas en la sección "Las historias".
      Espero que vengas seguido a leerlas y te mando un gran saludo.

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