viernes, 16 de septiembre de 2022

Maternidad por conveninencia

—Si te sientas sobre mí, te inseminaré por la fuerza y no creo que eso vaya a gustarte, fortachón.
La siseante voz provenía del asiento aparentemente vacío donde el mercenario estaba a punto de sentarse. Era una advertencia insultante anque certera, todos conocían el vigor reproductivo de los günger de Humfi. -
El áspero mercenario imaginó quedar embarazado por esa aberración invisible. Comenzado con la fortísima picazón en los genitales, luego vendrían los mareos por inhalación de hormonas, después le crecerían los pechos y debería soportar el vientre hinchado durante trece semanas hasta que alguno de los orificios de su cuerpo expulsara varias nubecillas gaseosas que  tendrían su mismo aspecto. Cuatro por lo menos serían muy venenosas y tal vez un par tendría poderes de desintegración molecular.

Sopesó la idea de contar con esos angelitos vengadores revoloteando a su alrededor hasta entrada la adolescencia, atacando a cualquiera que representara el mínimo peligro. Lo volverían un mercenario mucho más peligroso, podría cobrar una fortuna por sus servicios. Ya no veía la idea de la maternidad tan vergonzosa.

Esperó a que el transporte militar diera un bandazo para caer sentado sobre el asiento vacío.


¡Volver a la nave nodriza!




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