jueves, 31 de marzo de 2022

Caprichos

—Por favor, libérame, amable mortal.
—Hola, pequeñín. No sabía que hablabas. —contestó la joven mostrando sorpresa.
—Libérame, seré tu esclavo —le rogó.
—No quiero esclavos.
—Entonces serán riquezas.
—Bobadas…
—Escúchame, si me liberas te concederé tres deseos —ofreció desesperado.
La princesa miró al jin condescendiente.
—Es que estás tan bonito ahí.
Aplastó con la palma el tapón de la botella y la acomodó en un estante, junto a un frasco dónde languidecía un puñado de luciérnagas.


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