viernes, 25 de septiembre de 2020

La caída de Fiorkul

Fiorkul, el príncipe de la galaxia, cometió un pecado gravísimo al dibujarse en el pecho la sagrada constelación de Cihlat, pues su configuración estelar revelaba, a quien supiera descifrarlo, el secreto del universo.

Su intención era retorcida pero no imposible: materializarse en el planeta tierra, donde según la profecía existía un ser conocedor del gran secreto, buscarlo para unírsele y gobernar juntos el universo.

Al llegar, Fiorkul adoptó el aspecto corriente de un muchacho moreno, de andar desgarbado, y dientes algo saltones, vestido con un short fluorescente y ojotas. En la playa nadie reparaba en él mientras la recorría mirando alternativamente al cielo y a su pecho como dando un indicio.

El atardecer lo encontró cansado de buscar en vano. Meditaba su siguiente paso sentado en la arena cuando se le aproximó el ser más hermoso que jamás hubiera visto.

―Hola, flaco. ¡Que lindas estrellitas! ¿Es de Henna?¿Dónde te lo hiciste?  ―dijo a Fiorkul señalando el tatuaje en su pecho.

El príncipe naufragó en la inocencia de aquellos ojos y así se perdieron para siempre el linaje sagrado de Fiorkul y el secreto del universo.



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