jueves, 5 de marzo de 2020

Espejismos

 ¡Increíble! ¡Una heladería en el desierto!
Que suerte encontrarla justo antes de desfallecer en la arena ardiente.  
Con un cucurucho de crema, mis fatigas son algo lejano: El calor, el cansancio, la larga caminata, la sed... 

Suena un tango en la radio, me distraigo mirando la vastedad del desierto con la frescura de la crema deslizándose por el paladar. Retrasando el inminente desencanto, el dolor de volver a la realidad. 

—¡Hijito, reacciona! Debemos seguir... 

Y todo ese milagro se desvanece a mi alrededor. Ya no hay desierto, ni arenas, ni aventuras, ni salvación. 
Solo un niño malhumorado, en la heladería del barrio, camino del dentista.


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