No más capataz, ni compañeros. No más fábrica.
¿Quién usaría el lunes esa máquina? ¡Su máquina!
Fin del turno, el pabellón ha quedado desierto.
En la penumbra, un sereno huele humo y ve las primeras llamas en el puesto dieciséis de la línea de montaje.
tan posible que difícilmente pase alguna vez... ¿una pena?
ResponderEliminar¿Un sueño reprimido? Sublimado a través de esta historia...
EliminarGracias por pasar, Miguel Ángel, Abrazo.