martes, 31 de enero de 2023

Negocios

—Un kilo de amor, por favor.

{—¿En polvo? —preguntó la dependienta alzando una ceja. Al cliente se le subieron los coloresl

—¿En polvo? S…sí.

Ella comenzó a cargar una bolsa con un cucharón.

—Se pasó un poquito.

—Está bien, ¿cuánto es?

—Tres millones seiscientos veinticuatro mil dólares.

—¡Es una barbaridad de plata! Yo no…

La matrona amagó con desatar la bolsa.

—Espere, necesito ese amor. ¡Tengo el corazón deshecho!

—Hay trasplantes más baratos.

—¡Esto es un robo! —exclamó el cliente.

—Es la inflación.

—Que la estoy robando. Entrégueme la bolsa.

El cliente la apuntó desde dentro del bolsillo. Ella se rió.

—¿Robar amor? Hágame el favoooor…

Desolado, el cliente sacó los dedos del abrigo y se arrastró hacia la puerta. La bolsa resbaló mágicamente del mostrador para rodar directo hacia él.

—Lleveló, nomás, parece que es suyo —dijo la dependienta.

El tipo volvió cargando la bolsa en brazos.

—En realidad, yo lo quería… para dárselo a usted.

Ella volcó la bolsa, después bajó la persiana y metió al cliente de las solapas a la trastienda.



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