viernes, 23 de octubre de 2020

Infiel

Como un vendaval, mezcla del vértigo de lo prohibido con el ardor de la pasión y la ferocidad del inminente orgasmo. En el momento cúlmine de placer, sintió una punzada en el pecho, una potente explosión de dolor. Así fue su muerte, inesperada, contradictoria.

¿Y después? Separado ya del tiempo y de la vida, todo se redujo a un instante eterno contaminado por la culpa.

Imaginó el horror de su amante, sus gritos desesperados, los intentos inútiles de reanimarlo. Y a los hijos de ella volviendo de la escuela, extrañándose por la camionetita de la policía científica estacionada en su casa. Y las explicaciones al marido con el inevitable escándalo frente a los vecinos. Y ese colchón que no volvería a ser usado jamás.

Para bien o mal, ya no era su asunto. Su cadáver no pudo ver como la mujer se recomponía gradualmente del shock y lo envolvía, entre lágrimas, con la vieja alfombra del desván. Tampoco pudo sentir el vacío en el estómago cuando los basureros lo arrojaron al camión y lo cubrieron con otras bolsas.

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