—¡La pregunta simplemente ofende mi razón! ¿Por qué? Porque me niego a creer que seamos meros títeres del destino! Al momento, sintió que una mano hectoplasmática ingresaba en su ano y subiendo por el espinazo tomaba el control de su cara, torciendo su gesto y moviendo sus labios para pronunciar: —Aunque tampoco quiero exagerar...
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