El conjuro quebró el silencio de la noche.—¡Vuelve a donde perteneces, monstruo! ¡Te lo advierto! ¡Abandona estos aposentos si no quieres despertar la furia de un monstruo mayor!.
El infame ser se vio arrastrado por invisibles brazos.Ya en su cuarto, mamá monstruo levantó súbitamente el cobertor de la cama de su hijo y algo más serena le espetó: —Ya hablamos de esto antes, Junior, no hay ningún niñito bajo tu cama.
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