Le advertí que conmigo no había caso, que estaba meado por los perros, que la sal me llovía como nieve.Que mi vida era la letra de un tango, que era contagioso y que terminaría afectándola.
De nada valió. Me juró que solo sería feliz conmigo. Me pidió que me olvide de esas tonterías, porque el amor no sabe de supersticiones.
Entonces me convencí de que la racha podía cambiar y me entregué en cuerpo y alma.
Tarde me di cuenta que ella era tan solo otro mal augurio en mi vida. Y que no hay tangos con final feliz...
Me gustan mucho tus microrrelatos
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Me gustaría saber quién sos. Volvé pronto y sentite en tu casa.
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