Esta es la historia de los niños piojosos de mi infancia.
Ahí va un niño rubio, se le ve el cuero rosado de su cabecita surcado de piojos oscuros. Y otro se refriega los rulos azabache, espolvoreados de liendres plateadas. También recuerdo una niña muy coqueta que sin embargo se rascaba la nuca con las dos manos.
Esta es la historia de unos bichitos que pican y pican.
Y es una historia muy contagiosa.
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