Wato enfila al arco con la pelota dominada y la cabeza en alto. No tiene opción de pase, solo es él y el arquero. Joaquín le grita desde atrás:
—¡Pateá, botija! ¡Pateá al arco que es gol!
Wato se acomoda y remata fuerte, pero el tiro le sale ancho, desviado.
A último momento, el arquerito corre y con su pierna corrige la trayectoria del balón, para que doble y se meta al arco.
—¡Gol! —grita Joaquín
—¡Gol! —grita Wato y los dos corren a abrazarse con el arquerito.
El papá de Joaquín interrumpe la algarabía:
—¡No, no, abombaos! ¡Así no se juega, vo'! Traigan la pelota que yo les voy a enseñar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Que te pareció esta historia?