―Un rato más, si todavía hay tiempo…
―Sigue así y la navidad te sorprenderá en la cama.
―No manches, mujer…
―Todo el año de flojo y por un día que te toca trabajar...
―¡Jo jo jo! ¿Ya me cosiste mi costal?
―Nooo, si te lo cosieron los duendecillos mientras tú te ponías borracho...
Arregla el carro y apronta a Rodolfo. ¡Muévete, gordo!
Se levantó, al cabo. Se calzó las botas y el abrigo y partió.
Entrando en la avenida, azuzó al jamelgo y lanzó el gastado pregón:
―¡Ropavejeroooooo!
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