Pensaba en su muerte.
Con el rabillo del ojo percibió algo en el suelo, un movimiento leve, casi imperceptible.
La cucaracha se adelantó con pasos tímidos, precavida.
La miró ―se miraron ― y no puedo evitar arrojarle un zapato.
El tiro falló y la cucaracha corrió bajo la mesa, huyendo entre un bosque de patas de sillas.
Él, rodeó la mesa exitado por la cacería. La cucaracha casi llegaba a meterse bajo la alacena.
¡Crick!. La aplastó con su pie desnudo.
La miró con asco ―ella ya no lo miraba ― y volvió al sillón.
Otra vez la depresión.
Otra vez a pensar...
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