La enfermera del asilo le inspiró su teoría. Ella era joven y hermosa pero tenía actitud, ideas y hasta andares de anciana.
«La vejez contagia», razonó el muchacho y desde ese día dejó de visitar a su abuela.
Empezó a evitar también a la gente vieja, cambiando con frecuencia sus relaciones para rodearse de la juventud.
Un día, tras muchos años de tomar mil precauciones, se vio al espejo y supo que se había contagiado.
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