Una pequeña historia vino a buscarme el lunes. Se fue formando en mi cabeza, tan ingeniosa y elegante que me dibujó una sonrisa y desapareció de mi memoria subsumida en la apremiante realidad. No conseguí escribirla a tiempo.
Hoy regresa, me toca el hombro y hace su gracia buscando que me ría. El truco me resulta predecible, remanido…un yeite.
Así es como terminó escribiendo esta pelotudez.
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