El insectoide apareció en la nave vestido de gala.
―Hola, Capitán. ¿Podría tomar prestado el artefacto que dispara cuchillas?
―Es medianoche, ¿adonde vas tan arreglado y para qué quieres mi ballesta? ―preguntó el capitán desconfiando.
―A cumplir con mi obligación cívica de escoger a los Tiranillos del Consejo. ¿Quiere venir? No podrá participar de la elección pero aún así la pasará bien.
―Preferiría besar un Slunej a presenciar una aburrida votación.
―¿Votación? Nada de eso, Capitán. Nuestros representantes se eligen en la gran carrera del Coliseo.
Los candidatos corren desnudos por la larga pista electoral mientras los ciudadanos les arrojamos proyectiles, excrementos hirviendo, fieras venenosas y líquidos corrosivos —los láser están prohibidos—.
Los candidatos corren desnudos por la larga pista electoral mientras los ciudadanos les arrojamos proyectiles, excrementos hirviendo, fieras venenosas y líquidos corrosivos —los láser están prohibidos—.
―Bajo esos peligros ¿quién va a candidatearse?
―La mayoría muere en la pista pero, los que logran llegar, ocupan alguna de las bancas disponibles. Los Tiranillos disfrutan de grandes lujos y privilegios durante su único mandato.
―¿Sin posibilidad de reeleción?
―Nadie está tan loco como para presentarse a la reelección.
―¡Por Ylsfung! Hay que tener verdadera ambición política.
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