«No llega… ¿Y si no viene?»
Un estallido oscuro en el estómago.
«Dijimos a las cuatro en la Tokio, pero en la placita también está el Tokyo Bar.»
Un colectivo, una más esperanza. No baja nadie.
«Me voy a buscarla... No, no. a ver si nos cruzamos.»
Otro pucho, pisado ya con bronca.
«El Tokyo Bar queda allá arriba, ¿la veré desde acá? No creo.»
Cuatro campanadas que son cuatro patadas en la panza.
«Ella dijo: “Mejor a las cuatro, porque mi patrona llega a las tres.” Seguro que no le dio permiso, vieja hija de puta... »
Se anuda la garganta, la cabeza busca aire.
«Seguro se arrepintió, seguro.»
Y los lagrimales llenos. Con la mirada definitivamente empañada adivina una forma conocida.
Del abismo de su estómago brotan mariposas.
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