La primer semana de aislamiento llamó su atención la torre de la basílica, con su ángel dorado. Jamás la había divisado desde la ventana. Pensó que tal vez la atmósfera se estaba recuperando.
Días después le llegaron otras noticias: las aguas de Venecia volvían a ser transparentes y en Australia se había avistado un animal presuntamente extinto.
Justo el día en que la humanidad cumplía un mes encerrada en sus viviendas, lo sorprendió un trino melodioso y espiando tras las persianas, descubrió un cardenal de copete carmesí. Solo los había visto enjaulados, jamás en su jardín.
Luego sobrevino la enfermedad, sin embargo la cuarentena perduraría más allá de su larga convalecencia.
Cuando despertó y se asomó a la ventana, lo invadió la desmesura.
Un dinosaurio cruzaba indiferente la avenida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Que te pareció esta historia?