Le resultaba gracioso ver su propia imagen gigante en la ruta. Lucía asombrado bajo el slogan de una compañía de seguros, “Cuídese ahora o laméntese luego”.
En otro cartel unos metros delante del suyo, estaba ella, el objeto de su deseo. Con seductora audacia proponía desde el título de su última película, “Atrévete a soñar”.
Ambos aparecían de perfil pero enfrentados.
Al mirar los carteles desde un vehículo en tránsito, un efecto de la perspectiva los iba acercando hasta superponerlos. En un momento exacto y sólo por un instante, los labios de ambos se unían en un beso imaginario que ponía a divagar sus fantasías.
Al mirar los carteles desde un vehículo en tránsito, un efecto de la perspectiva los iba acercando hasta superponerlos. En un momento exacto y sólo por un instante, los labios de ambos se unían en un beso imaginario que ponía a divagar sus fantasías.
Sacó el teléfono por la ventanilla y comenzó a filmar mientras manejaba. Ese guiño del universo sería algo que mostrarle algún día a sus nietos. Estaba tan concentrado en capturar el momento exacto, que no hubo pánico, ni siquiera confusión.
Trompa con trompa, metal contra metal, el camión lo embistió de frente y pasó a la eternidad envuelto en ese último beso de amor.
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