Este jilguero es un "llamador", el único al que no he liberado. Aún no. El trampero lo mira desde el suelo con sus ojos vacíos, él sigue trabajando, atrayendo a sus camaradas a las trampas.
Espanto las moscas mientras me pregunto qué dirá en sus trinos seductores. ¡Comida, comida gratis aquí!, ¡Ayúdenme, por favor, que alguien me ayude!, o quizás, ¿Quien quiere echar un polvo conmigo?
Lo odio por traidor a su especie, por vigilante y buchón. Después reparo en sus circunstancias, terribles circunstancias. Entonces lo dejo salir, su canto suena diferente entre los árboles, desaparece en el monte, alejándose de las jaulas vacías y del trampero muerto.
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