No de una fealdad extrema, simplemente feas, fuleras, como decimos por acá.
Hace un tiempo, una amiga colombiana, viendo una foto de un colectivo lleno, me preguntó si todas las chicas de Buenos Aires eran tan lindas, recordé.
¿Sigo en Buenos Aires? ¿Acaso las mujeres cambiaron?
Debo bajar de inmediato de este colectivo atestado de feas.
Toco el timbre y el colectivero no abre la puerta.
Miró por el espejo para reclamarle y me invade el horror.
Yo también soy feo.
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