Sube a la minivan, se sienta y se ajusta el cinturón en un alarde de coordinación autómata.
«Un golpe, sólo tengo que acertar un golpe más...»
Arrancan y el empujón le hace presionar dos botones en el momento indicado.
—¡Sí! ¡Lo vencí! Lo vencí, papá...
Es cuando advierte que quien conduce no es papá. Ahí comienza el verdadero horror.
Buah, estos son los micros que mas me gustan, es genial como conviertes una situación cotidiana en una auténtica pesadilla en dos frase. Te deja ese malestar en el cuerpo, esa sensación inquietante...
ResponderEliminarSacá todos tus miedos. Todo lo que tu cabecita loca pueda imaginar. Muahjajajá. Abrazo.
EliminarP.d.: Gracias por compartir, yo no podía hacer menos.
Con lo que mi cabeza puede imaginar me llega para un relato de esos largos, largos, jeje. Gracias a ti también por hacerme un huequito en tu blog. Es una buena forma de darnos visibilidad. ¡¡Un abrazo!!
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