Desde el corazón del bosque solo han llegado algunos cuervos y urracas. Los enanos que aún quedan se retuercen las manos. El desdentado rey, antaño príncipe azul, se inclina sobre el ataúd de cristal y besa sus labios fríos en obstinada sucesión. Pero el menú de hoy no incluye perdices, esta vez, Blancanieves, se murió de verdad.
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