martes, 16 de marzo de 2021

El rey de las olas

Viajar en colectivo por la autopista siempre dispara mi imaginación. Alguien abre una ventanilla y el viento en la cara cambia la monotonía del administrativo por la adrenalina de un intrépido surfista. Entonces, cautelosamente, me animo a soltar las manos del soporte. Sonrío y flexiono apenas las rodillas para mantener el equilibrio. Es una sensación increíble hasta que una frenada brutal me arroja sobre un tipo gigante que va durmiendo. El infame gorila se queda mirándome desde su asiento. Estoy paralizado. Reacciona, se dispone a aniquilarme y de pronto entrecierra los ojos. Mi alma se debate en el péndulo de sus párpados ―¿lo hará? ¿no lo hará? ¿lo hará? ―, hasta que el bamboleo hipnótico del colectivo gana la batalla y Gargantúa rinde la testuz ante Morfeo.

Por el retrovisor, el chofer me mira como diciendo: ―¡Que salvada!



No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Que te pareció esta historia?