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domingo, 14 de julio de 2019

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Desde muy chica le gustaba el rock, el rock pesado, rebelde, transgresor.
Su madre solía gritarle:

—¡Bajale el volumen a ese chingui-chingui! ¡Ni sabés lo que dicen esos peludos! ¡Ruido es lo único que hacen!

Ayer cerró ese círculo con un grito a su hija:

—¡Cortála con el reggetón! ¡Todo el día lo mismo! Muévelo, muévelo y el negrito con un dedo en la barbilla.





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