El cuerpo, deshecho contra el pavimento, comenzó milagrosamente a juntarse. Fue integrando lentamente sus partes hasta volver a estar completo. Luego levitó, subiendo, primero solo un poco, después, piso por piso hasta regresar a la cornisa de la azotea.
Cuando el viento le devolvió la consciencia. No le sería tan fácil escapar de su vida, descubrió.
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