—¡Mamá! ¡La señal! ¡La señal, mamaaá!
Ella, sobresaltada y medio dormida, parpadeó primero el número de la compañía de internet, luego su usuario y su código de crédito.
El servicio fue restablecido de inmediato. Los ojos del niño volvieron a ponerse en blanco y su cara recuperó el gesto apacible.
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