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jueves, 19 de agosto de 2021

Primera necesidad

Acorralado por las deudas, intentó la última locura. Lanzó al mercado unas bolsas llenas de aire que en el frente anunciaban: "Alimento para la fe". Los colores llamativos, la publicidad y el precio accesible completaron la trampa.
Al principio le llovieron reclamos y denuncias, luego el público se fue habituando y las ventas aumentaron paulatinamente. Hoy, con la producción a tope, no son pocas las cartas de agradecimiento que recibe.



sábado, 14 de agosto de 2021

Infancia de circo

Lo vigilaba escondido detrás de unos fardos, listo para dar la alarma si intentaba robar algo. El fulano salió de la carpa y se acercó fumando al carromato del tigre, la música llegaba amortiguada desde la pista.
Cuando terminó el cigarrillo, arrojó la colilla encendida entre las patas de la fiera. El animal apenas dio un respingo, luego le dedicó la mirada más triste del mundo.
Él también lo miró fijo, después giró y comenzó a alejarse. Al cabo de tres pasos se detuvo y regresó bamboleante junto a los barrotes.
—A mí no me engañás, carae’ palo ―dijo con voz fangosa. Sacó una petaca y le dió un trago, escupió el aserrín del suelo y prosiguió―. Si esto fuera tu selva, estarías acechándome, babeandote del gusto por hacerme tiritas con tus garras.
Caminó balbuceando maldiciones hasta perderse en la noche pueblerina.




Publicado en la Antología "Tigres para Juan" de Revista Brevilla en mayo del 2022.

miércoles, 4 de agosto de 2021

Niveles

La fachada mostraba el nombre de la novia de Ror en letras gigantes.

―Mencionaste que vivía en este edificio, no que tu novia “era” el edificio ―dijo Pelzir.

―Ella no “es” el edificio, Pelzir, solo vive dentro. Una nerkiana necesita espacio.

―¿Entonces es verdad? ¿Es tan enorme?

―Sus pies están en planta baja y su cabeza termina en el piso 21, ya dirás.

Tras anunciarse, los amigos tomaron un ascensor.

―¿Piso 19? ¿No vamos al 21?

―Queremos hablar con ella, sus oídos están en el piso 19.

―Oh, entiendo. ¿Y su boca?

Ror resopló poniendo los ojos en blanco.

―Su voz resuena en todo el edificio, bobo.

La reunión resultó mejor de lo que Pelzir imaginaba. La chica-edificio era encantadora y como azafata espacial tenía miles de anécdotas. Un buen rato después, Pelzir se despidió diciendo que tenía cosas que hacer. Ambos amigos regresaron al ascensor y Ror presionó el botón de bajar.

―¿También te vas? —pregunto Pelzir

―¿Cómo crees, ahora que quedaremos a solas? ―.

Ror sacó veinte créditos y los metió en el bolsillo de Pelzir, después alzó sus tres cejas y guiñó a su amigo con el ojo de enmedio.

―Eso es para el taxi. Yo tengo asuntos en el octavo piso.