Acorralado por las deudas, intentó la última locura. Lanzó al mercado unas bolsas llenas de aire que en el frente anunciaban: "Alimento para la fe". Los colores llamativos, la publicidad y el precio accesible completaron la trampa.
Al principio le llovieron reclamos y denuncias, luego el público se fue habituando y las ventas aumentaron paulatinamente. Hoy, con la producción a tope, no son pocas las cartas de agradecimiento que recibe.
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