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viernes, 1 de febrero de 2019

Urbanitas

Llegaron desde Buenos Aires con esa caja impresionante sobre el coche.
Enseguida revelaron la gran sorpresa: una piscina gigante, preciosa, con todo y escalera.
Nunca tuvieron en cuenta el hecho de que llenar sus catorce mil seiscientos litros en ese campo desierto sería una empresa muy difícil.
Sin mejores alternativas, se turnan para sacar agua del pozo en los baldes.
En medio de semejante trabajo, el bromista de la familia le tira un baldazo de agua helada a su tía. La respuesta no se hace esperar y ahí empieza el carnaval; espontáneo, salvaje, todos contra todos, que va ganando intensidad ante la mirada ofendida de la piscina abandonada.




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