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domingo, 3 de febrero de 2019

Desilusión

Los reunió al pie de un añoso roble que, por ser invierno, tenía las ramas desnudas.

—¡Oh antiguo árbol anciano, te ordeno que florezcas ahora! —gritó.

Desde el arrugado tronco surgió una voz potente y recóndita que dijo:

—¡No me da gana, no me molestes!

Todos se fueron abucheando al profeta. Hacer hablar al árbol no era el milagro que les había prometido.



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