El precario sueño de viajero se desvanece y me despabilo en algún punto entre Coronel Oviedo y Ciudad del Este. Me despertó la fuerte sensación de ser observado.
Hay un bebé asomado a mi asiento, me mira serio y su mirada quema como un láser.
¿Quién será en el futuro ese bebé que tan raro me está mirando? ¿Un héroe popular que se volverá legendario o tal vez el próximo sanguinario dictador, o un asesino serial, o el nuevo mesías? Basta, cierro los ojos, me finjo dormido. No puedo evitar el escalofrio que me dan todas y cada una de las posibilidades que habitan en el enigmático brillo de esos ojitos.
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