—¿Y eso? —pregunté.
—Esta es la copa de tu abuelo —dijo mi padre.
—¿Puedo beber? —Mi padre suspiró.
—Eres muy joven.
—¿Para beber?
—Para entender —respondió mirando a la nada.
Hoy se ha vendido la casa grande y entre unos muebles la encontré. Es lo único que queda de aquellos años. Destapo un vino y la lleno. El diamante rojo juega con el vidrio verdoso. Bebo un sorbo y suspiró largamente.
—¿Qué haces, viejo? —Mi hijo me sorprende ensimismado.
— Ven, te contaré una historia...
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