Son mis mejores amigas, no sé qué haría sin ellas. Yo me las bebo en el desayuno y desde adentro me ayudan a resolver mi día. ¿Qué cocino hoy? ¿A qué hora volverá Enrique del trabajo? ¿Cuándo tengo que retirar sus trajes de la tintorería? Todo me lo contestan las cositas que flotan en el café. Pero ellas son buenas y nunca harían algo así. No me dijeron que matara a Enrique, Señoría. Yo lo maté por malvado, porque cuando se hartó de escucharme hablar con ellas, me quitó la taza y la volcó en el fregadero.
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