—Es injusto, ¡después de lo que hizo el maldito sale libre.
—Libre pero no impune. Se puede caminar por la calle y estar encerrado entre cuatro paredes inmateriales al mismo tiempo.
―¿Cómo sería eso?
―Mediante una restricción hipnótica.Una cómoda cárcel mental de la que no te dan ganas de salir. Ahora su vida se reduce a levantarse, ir al trabajo, comer, dormir y repetirlo todo día tras día, como un buen ciudadano.
Luego de cumplir esa rutina invariable durante veinticinco años, llega el verdadero castigo, los liberados experimentan un despertar súbito del alma, un ansia insoportable por cumplir de inmediato cada sueño postergado. Pero esos sueños han volado lejos y al momento comprenden que han desperdiciado su vida. La mayoría muere de tristeza o se suicida
―Entiendo…
—¿En la tierra no tenían cárceles así?
—Sí… no. Es complicado.
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