Sus ojos tienen magia… me pueden.
Aquella mirada desilusionada de mi abuela, alcanzó para congelarme en el sitio.
―Estás haciendo algo malo y lo sabes, hijito ―decía esa mirada.
Al instante, dejé de golpear al pobre muchacho, alejé mis puños de su cara ensangrentada y retrocedí mirando al suelo con vergüenza.
El agredido intentó pararse ―había sido brutal mi castigo ―, su cerebro reblandecido vio una luz de oportunidad y me lanzó un derechazo demoledor.
Fue lona y nocaut, adiós campeonato mundial.
Tirado en el centro del ring, antes de cerrar los ojos, me pareció ver la mirada de desaprobación de mi abuela.
volver a Mi abuelita
volver a Mi abuelita
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Que te pareció esta historia?