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martes, 21 de enero de 2020

El documento

Muchos le aconsejaron intrusarse, meterse por la fuerza y listo, pero él no era un okupa, era un espíritu recto y esperaría los plazos legales. Si hubiese sabido el embrollo de abogados, audiencias y papeleo que lo esperaba…

Su paciencia tardó en rendir frutos, pero a la larga consiguió el ansiado “Certificado de posesión”. Era solo un papel, pero le garantizaba poder desalojar sin preocupación al habitante original, así hubiera nacido allí. 

Entró confiado por la cabeza y sacó poco menos que a patadas a esa pobre alma. Tomó el control del cuerpo como si fuera un guante y se sintió, por primera vez en mucho tiempo,  ¡vivo!






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